Definitivamente que la vida es un regalo, y cuando tenemos
la oportunidad de contemplarlo y de mirar un poco hacia atrás, quedamos
sorprendidos de todo lo que hemos podido vivir en este tiempo.
La semana pasada cumplimos dos años de haber llegado a
Filipinas, mismo tiempo fuera de México con todas las consecuencias que eso
implica. El primer sentimiento es de agradecimiento, primero que nada a Dios
que ha sido un padre providente y a través de medios humanos nos ha manifestado
que está con nosotros y que es verdad que cuando nos invertimos por el Reino,
Él se encarga de hacernos llegar el salario que necesitamos como trabajadores
de su vina.
Así que una de las cosas que hemos aprendido en estos dos
años es a confiar, a vivir en carne propia que cada día tiene su propio
afán. Ya que no tenemos un salario fijo
o contrato que garantice que el mes siguiente recibiremos el donativo pero si
tenemos gastos mensuales fijos y después de dos años nada nos ha faltado, Dios
ha sido muy bueno con nosotros.
En nuestro primer retiro como matrimonio la canción lema
hablaba de la cita de Isaías capítulo 54, “Ensancha el espacio de tu tienda”
así podemos describir estos dos años, se está ensanchando nuestro corazón,
nuestra mirada, la manera de percibir el mundo, la manera de vivir nuestra fe,
y hasta la comprensión de lo que significa ser padre y madre.
Y es así como están entrando nuevas personas en nuestra
vida, nuevas costumbres, otro idioma, otro clima, etc…
Estos dos años ha
sido un tiempo de aprender a esperar que la semilla de su fruto, aprender que
Dios tiene sus caminos y estos implican paciencia, fe, esperanza; nos experimentamos, sembrando, sembrando,
sembrando. Estamos aprendiendo de la cultura asiática a no querer forzar las
cosas, a aprender que todo tiene su tiempo y que la perseverancia y la
constancia en su día tienen resultados sorprendentes. En definitiva es también
lo que Jesús nos ensena en el evangelio, el reino es como el grano de mostaza,
la semilla más pequeña, pero cuando crece se convierte en el árbol más grande
del huerto, también lo compara con el fermento en la masa que se deja toda la
noche y donde parece que no pasa nada, está ocurriendo una transformación. Así
es que preparamos las formaciones con todo nuestra dedicación, programamos y
estamos estructurando la comunidad para poder llegar a muchos y ser más
misioneros; poder recibir a más personas
y compartirles la riqueza y el gozo del evangelio; aunque aún somos muy pocos.
Le dedicamos mucho tiempo al dialogo con las personas a la dirección espiritual
y acompañamiento y esperamos pacientemente que la persona tome sus decisiones y
se encuentre con la respuesta que está buscando.
Así es la naturaleza y así funcionan tantas cosas, comienzas
a comer sano un día y no se nota, igual en una semana o un mes, pero si te
mantienes perseverando después de varios meses ves la diferencia, lo mismo con
la vida espiritual, vas a orar un día, o dos o una semana o un mes y te
experimentas el mismo, pero si perseveras te das cuenta que Dios está
trabajando y que los frutos de espíritu están creciendo.
Y ya vamos percibiendo que hay cambios, recuerdo los
primeros meses cuando quería saludar a alguien siempre nos salía naturalmente
el español: buenos días, hola etc. Y era para nosotros un gran esfuerzo cambiar
el modo mental a otro idioma, ahora parece más natural. Otro ejemplo sencillo
hace dos años en estas fechas nos moríamos de calor y no podíamos ni caminar
una cuadra porque ya habíamos mojado la camisa de sudor, ahora a veces sentimos
rico el clima y algo de fresco.
A la hora de comer estiraba la mano como queriendo agarrar
una tortilla, ahora ya no siento que algo me hace mucha falta. Los primeros
meses siempre tenía que poner al arroz algo para que tuviera sabor ahora puedo
percibir el sabor de arroz y sorprendentemente me gusta.
Nos daba miedo contestar el teléfono o salir a comprar algo
a una tienda o buscar algún servicio porque no sabíamos cómo preguntar o no nos
entendían, ahora ya damos pautas, charlas y hasta seminarios de teología, bueno
aclarando que todavía tenemos mucho que mejorara gramática y pronunciación pero
ya nos expresamos.
Qué raro era para nosotros ver a las musulmanas cubiertas de
pies a cabeza y solo con un orificio en los ojos para ver, ahora lo vemos con
naturalidad lo mismo que los lugares especiales para que ellos puedan hacer sus
oraciones en los aeropuertos, centros comerciales etc.
Nos daba pánico manejar en un calle llena de triciclos, motorelas,
motos, niños, señoras, camiones, perros etc, era como hacer maniobras extremas
para librar a todos.
En estos dos años hemos encontrado personas, familias,
parejas que nos han hecho sentir más que bienvenidos, que comprenden y valoran
mucho nuestro esfuerzo y lo que ha significado para nosotros dejar nuestro
país, nos ha ofrecido su amistad y apoyo y se han convertido en familia para
nosotros.
Bueno estas son unas entre otras cosas a las que nos hemos
habituados; hay otras que aún estamos en camino, quizá la más difícil sea ser
papas virtuales con nuestros dos hijos mayores lejos de casa; el internet que
la mayoría de las veces no nos permite tener una conversación fluida; otra de
ellas es el dolor de la desigualdad social, los pobres muy pobres y los ricos
muy ricos, así como que aún estamos tratando de
comprender cuestiones culturales que provocan baja autoestima en ellos
para poder iluminarlas desde el evangelio.
En medio de todo tenemos la certeza de que Dios nos llama a
vivir con este Pueblo, a compartir con ellos sus alegrías y tristezas, sus
gozos y esperanzas así como su dolor y miedos.
Por favor sigan orando por nosotros.
Poncho y Adriana