FILIPINAS, JUNIO 2015
Querida familia:
Como están? Nosotros
muy agradecidos por su generosidad y por su ayuda para seguir sosteniendo esta
misión.
Tenemos la certeza de que los más grandes milagros se
realizan en el silencio... a veces parecen desapercibidos porque están
escondidos en los corazones que sufren, pero que son capaces de abrirse al amor
de Dios y a su gran misericordia.
Acabamos de ser testigos de los milagros que hace la Palabra
de Dios cuando toca el corazón de "los humildes y sencillos" (Mt.
11,5), los "cansados y agobiados" (Mt. 11,28) que han optado por
estar como María a los pies del Maestro (Lc. 10,38).
En el mes de mayo, predicamos una semana de ejercicios
espirituales en silencio para un grupo de jóvenes, matrimonios y personas solas
que se dispusieron para tener por primera vez en su vida momentos largos de
meditación en silencio, a través de la Palabra de Dios.
Estuvimos en un hermoso monasterio benedictino, en un lugar
de esta isla de Mindanao llamado Malay Balay, a unas tres horas de distancia de
la ciudad de Cagayan de Oro, en la que nos encontramos trabajando. De hecho, en algunos momentos nos unimos a la
liturgia de los monjes benedictinos, quienes ofrecieron especialmente su oración
de esa semana por nosotros.
Una de las jóvenes que asistió al retiro de una semana se
llama Bia y tiene apenas 18 años, es la primera vez que hace un retiro de este
tipo y de hecho, tiene muy poco que se acercó a la escuela de la Palabra que
tenemos en una de las universidades de Cagayán de Oro. Pero es una filipina que
ha sufrido mucho, y que está muy sedienta de conocer el amor de Dios.
Esta jovencita, al principio estaba muy inquieta porque no
podía estar en silencio y buscaba su celular o se acercaba a otros jóvenes para
empezar la conversación. Sin embargo, una vez que empezó a entrar en el dialogo
con Dios a través de su Palabra, nos dejó sorprendidos los largos ratos que
pasaba en oración en la capilla, en los tiempos de descanso e incluso, encontró
otra capilla en lo más alto del monasterio que nos encontrábamos para ir a
dialogar con Dios en un lugar todavía más silencioso.
Uno de esos días de retiro, mientras rezábamos el rosario,
note que esta chica estaba llorando.
Experimenté un impulso de acercarme y poner mi brazo en su hombro, haciéndole
saber en silencio de que ahí estábamos como familia en Cristo, apoyándonos unos
a otros. Después que termino el rosario,
me comento que ese día sucedió un cambio
en su vida cuando hablaba con María durante el rosario. Me compartió que había
sido capaz de perdonar a su mama, porque la abandono para irse a vivir con otro
hombre a Singapur, dejándola a ella, una hermana más pequeña y a su papa en Filipinas.
Ella lloraba mientras me expresaba como la Virgen, con su
ternura le explicaba la Palabra de Dios
y como en medio del dolor que ella sentía como hija ante el abandono de su
madre, María le decía, solo haz lo que Jesús te diga y tu madre se
salvara. Ese abrazo que nos dimos cuando
me compartió su oración, nos ha convertido en madre e hija. Ahora, yo
experimento que María la ha puesto a nuestro cuidado y ella, experimenta en mí,
la confianza y cercanía que no ha logrado tener con su madre de esta tierra.
Bia es un milagro caminando, en el poco tiempo que lleva
orando con la Palabra de Dios ha logrado perdonar a su mama, y está haciendo un
camino de sanación y de ayuda a su hermanita y a su papa.
Nos comentó que un poco antes de entrar a la comunidad, su
"padrino de bautizo" le propuso que se fuera al extranjero para salir de la pobreza,
ofreciéndole "contratarla" como servidora sexual de extranjeros,
situación que es muy común entre las jovencitas filipinas con familias
disfuncionales. Pero Dios que ama tanto
su vida, la esta cuidando a traves de la
comunidad y está haciendo un camino de recuperación integral desde la Palabra
de Dios. Ahora ella está orando diariamente, y ha empezado a ayudar a otros
jóvenes que se van acercando a la escuela de la Palabra de universitarios.
Damos gracias a Dios porque nos deja palpar la importancia
de seguir evangelizando en Filipinas. Este y muchos milagros más que les
estaremos compartiendo, fruto de poner a nuestros hermanos en contacto con la
Palabra de Dios. "No podemos
dejar lo que hemos visto y oído" (Hech. 4,20) Dios es un Padre misericordioso que ama a sus
hijos y los atrae hacia El con infinita paciencia y ternura.
A nombre de todas estas personas, les agradecemos sigas apoyándonos en esta
maravillosa tarea en la que Dios nos hace testigos de Su Amor y misericordia.
Ustedes, con sus oraciones y con su apoyo económico están haciendo posible que
la Palabra siga haciendo MILAGROS en el corazón abierto y sencillo de nuestros
hermanos filipinos.
Reciban un fuerte abrazo para cada uno de los miembros de
sus familias, les estamos muy agradecidos por su apoyo y sepan que cuentan con
nuestras oraciones también.
Sus hermanos en Cristo,
Adriana y Poncho.
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