lunes, 26 de agosto de 2013

Todos tus hijos me conocerán y grande será su felicidad y prosperidad. Isaías 54,13.




¿Qué es lo que hace una familia misionera? Cuántas veces hemos escuchado esta pregunta en nuestra vida de misión. Una pregunta muy de actualidad y  como se centra en el hacer…
Cuando nosotros nos hacemos estas preguntas uff imagina, cuatro hijos adolescentes, y todo lo que esto implica de ir y venir a escuelas, tener a punto desayuno, lonche, comida, cena  y limpieza de casa.  Bueeno. Entonces piensas que podemos hacer de misión y …
No es sencillo pero la respuesta va encaminada hacia el ser, no hacia el hacer y entonces el panorama puede cambiar, la misión de una familia misionera precisamente es SER FAMILIA.



En el contexto de esta realidad en Filipinas, en Asia ante un horizonte impresionante para la misión en el hacer. Dios nos recuerda el SER. Y ha sido una oportunidad muy bonita para reforzar que nuestra primera misión son nuestros hijos. Para reforzar los lazos de familia y el dialogo.
No es fácil para un adolescente cambiar de país, dejar amigos sobre todo y costumbres. Ha sido para nosotros un reto pero también una gracia, estar cerca. Hemos tenido la oportunidad de hablar con cada uno y escucharles, así como expresarles con sinceridad también lo que nosotros estamos viviendo y como lo estamos afrontando.



En la práctica médica es de llamar la atención que hay diferentes tipos de sufrimiento o dolor, hay dolor que indica un deterioro gradual hasta llegar a la muerte y hay dolor que poco a poco va desapareciendo.  Podríamos decir que es un dolor que sana.
Estamos viendo crecer a nuestros hijos y cada vez aun en medio de las dificultades del choque cultural Dios nos confirma la certeza de sus promesas. “Todos tus hijos conocerán a Yavhe y grande será su felicidad y prosperidad”
El contacto con los misioneros también ha sido una bendición para nuestros hijos varones y para toda la familia, desde la alegría y sencillez de una vida que se dona a un pueblo y una cultura diferente, contagian confianza y ayudan a ver con otros ojos la realidad del pueblo Filipino.






Y esta misma atención a los hijos que desde los criterios del hacer pudiera decirse que no es misión, precisamente esta siendo nuestro mayor aporte a las familias con las que convivimos. Tanto es así que en varias oportunidades de compartir nos lo han dicho. Les sorprende la cercanía que tenemos con ellos, la paciencia que ve y sobre todo el dialogo de tu a tu, ya que en la cultura la relación sobre todo con los padres es muy distante y muchas veces se impone con violencia la disciplina. Dios es bueno y nos permite crecer y desde nuestras luchas cotidianas ser luz para el mundo: “Que viendo sus buenas obras glorifiquen al Padre que está en los cielos”








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