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jueves, 25 de julio de 2013

¿Qué trascendencia tiene este proyecto misionero?


Asia es el continente más vasto de la tierra y está habitado por cerca de dos tercios de la población mundial,  China e India juntas constituyen casi la mitad de la población total del globo. De esta población del continente asiático solo el 2.9%  es católica. El Papa Juan Pablo II en su encíclica “Ecclesia en Asia” escribe la importancia del trabajo pastoral en este continente: “Los pueblos de Asia necesitan a Jesucristo y su Evangelio, dado que ese continente tiene sed del agua viva que sólo Él puede dar (cf. Jn 4, 10-15). En estos países orientales está más acentuado el tema del encuentro vivo del cristianismo con las antiguas culturas y religiones locales. Éste es un gran desafío para la evangelización de este siglo”.

Filipinas es un país conocido como “la puerta a las misiones en Asia” porque es el que cuenta con el mayor porcentaje de católicos y desde ahí, se forman evangelizadores para llevar la Palabra al resto del continente asiático. La Fraternidad está presente en Filipinas desde el año 1975.


En coordinación con los misioneros, misioneras y laicos de la Familia Misionera Verbum Dei de Filipinas, realizaremos un trabajo en equipo, para formar matrimonios misioneros filipinos que puedan estar disponibles para realizar el mayor bien que se puede hacer al continente asiático: Evangelizar.


Fam. Martínez Ochoa con el Arzobispo de Cagayán, Antonio Ledesma.


“La mayor obra de caridad es precisamente la evangelización, es decir, el «servicio de la Palabra». Ninguna acción es más benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva del Evangelio, introducirlo en la relación con Dios: la evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana. Como escribe el siervo de Dios el Papa Pablo VI en la Encíclica Populorum progressio, es el anuncio de Cristo el primer y principal factor de desarrollo (cf. n. 16). La verdad originaria del amor de Dios por nosotros, vivida y anunciada, abre nuestra existencia a aceptar este amor haciendo posible el desarrollo integral de la humanidad y de cada hombre (cf. Caritas in veritate, 8)”. Benedicto XVI, Mensaje para la Cuaresma 2013.

¿Qué estamos haciendo en Filipinas?



En los últimos 11 años estuvimos evangelizando en la ciudad de Puebla,  México. Pero decidimos “ensanchar el espacio de nuestra tienda” para compartir con nuestros hermanos asiáticos la Palabra de Vida. Hace muy poco tiempo que llegamos a este lugar.



Salimos de México El dia 24 de junio y llegamos a Filipinas el 28 de junio del 2013.  Nuestro mayor deseo es vivir el Evangelio como familia cada día, desde las luchas cotidianas y retos que esto implica.  Nos ilusiona compartir con nuestros hermanos  la Palabra de Dios y formar personas que quieran dedicarse a evangelizar en su propia cultura y en su propio lenguaje.






Tenemos apenas un mes fuera de México y  por ahora. Nos encontramos apenas conociendo la cultura filipina, aprendiendo inglés y el dialecto visaya, que es lo que se habla en esta zona de Filipinas. No ha sido nada fácil porque el clima es muy caluroso y en momentos del día el sol pega fuertísimo, la alimentación es a base de arroz blanco, los horarios en las escuelas son muy diferentes a los de México, la vida en familia cambia, hacer las compras en el mercado es completamente diferente. Es más, el simple hecho de trasladarse por la ciudad cambia, porque el transporte público es tan diferente al que estábamos acostumbrados en México.  Por lo tanto, ahora nuestra misión es “grano de trigo” enterrándonos, tratando de entender la cultura, para poder amarles como Dios les ama.


¿Quiénes somos?


Hola, somos la familia Martínez Ochoa, nacimos en México y somos miembros de la Familia Misionera Verbum Dei desde el año 1994.  Por ahora, nos encontramos evangelizando en la Isla de Mindanao en Filipinas, en la ciudad de Cagayán de Oro.  Nuestros nombres son Alfonso y Adriana. Tenemos cuatro hijos: Alán de 19 años, Yael de 17, Tere tiene 15 y Juan Pablo 13 años.

Conocimos la comunidad Verbum Dei cuando teníamos un año y medio de casados y sólo teníamos a nuestro primer hijo, recién nacido.   En la comunidad hemos aprendido a dialogar con Dios a través de la meditación diaria de Su Palabra. Desde el primer momento en que nos encontramos con El de esta forma, recibimos la llamada para seguir a Jesús, a través de dos pasajes de la Biblia:
 Lc. 5, 4-11  “Echen la red a la derecha y encontrarán pesca (…) y dejándolo todo lo siguieron”
Rom. 10,14: “¿Cómo creerán si no hay quién les predique?

Gracias a estas dos citas bíblicas, entendimos que el Señor nos llamaba para evangelizar. Mi esposo es médico y yo periodista, y deseábamos hacer algo por los demás. Sin embargo, a partir de ese diálogo con Dios, comprendimos que lo que la gente realmente necesitaba, era que la Palabra de Dios llegara a sus corazones para vivir con más gozo, paz y libertad, como verdaderos hijos de Dios.



A partir de ese momento, decidimos empezar un camino formativo como matrimonio misionero.  Nuestros cuatro hijos han crecido en este ambiente de fe y  gracias a Dios, participan activamente en la Familia Misionera Verbum Dei, cada uno a su edad y poniendo al servicio de la Iglesia sus talentos.