A casi dos meses de nuestra llegada a Filipinas, iniciamos
formalmente el curso de Formación, para preparar a 4 matrimonios Filipinos como
matrimonio Misionero de La Fraternidad
Verbum Dei.
Esta es la razón por la que hemos dejado México y estamos
ahora a tantos kilómetros de distancia. Así que imagínate que alegría y paz
para el espíritu comenzar el camino. Tener un para qué y para quién, rostros
muy concretos. También ellos están muy
felices.
Ha viajado Gersón
(sacerdote misionero Verbum Dei) de Manila y hemos tenido una misa muy
emotiva. Y muy festiva ya que ha sido con la participación de los hijos, en
total sumamos 18 hijos de 5 matrimonios incluyéndonos a nosotros. Y los hijos
de ellos son aun pequeños.
Aún estamos en el proceso de aprender Inglés, pero ya nos
vamos entendiendo bastante con ellos y hemos podido establecer lazos muy cercanos
y sobre todo experimentarnos familia, hermanos de fe, compañeros de camino.
Nuestros hijos nos
han apoyado bastante ayudándonos a mejorar nuestra pronunciación. Ha sido muy
divertido para ellos ver cómo vamos aprendiendo y nos reímos juntos al final del
día de nuestra manera de expresarnos a veces tan graciosa, cuando tenemos
errores gramaticales.
Queremos compartir
con ustedes unas sencillas reflexiones sobre lo que vamos comprendiendo que
significa “Ser misionero”
Primero que nada decir que es fantástico cuando una persona
llegó a cuestionarse, sobre el para qué
y para quién de su vida; estamos seguros que se llega a un nivel de conciencia
que puede ser un punto de partida muy bueno.
Cuando nos preguntamos: ¿Qué puedo hacer para transformar el mundo en el
que vivo? ¿Qué hacer ante tanto sufrimiento? ¿Ante la maldad y la violencia?
Ante tantas otras situaciones que impactan nuestra conciencia. Se parece mucho a algunas preguntas que le
hicieron a Jesús. ¿Maestro que he de hacer para tener vida eterna? ¿Quién es mi
prójimo? ¿Cuál es el mandamiento más importante?
Bueno pues esta etapa de nuestra vida nos ha permitido
hacernos estas preguntas nuevamente con mucha intensidad. Recordamos mucho
cuando hace 11 años llegamos a Puebla también para comenzar la misión y ante
una ciudad tan grande y tanto movimiento nos preguntábamos. ¿por dónde comenzar
? Aquí en Filipinas hemos despertado a la conciencia
que quizá en México estaba dormida sobre la desigualdad social, que quizá aquí
se percibe con mayor intensidad, que hacer anta tanta pobreza, ante el
sufrimiento humano, ante tanta situaciones extremas. Y muchas otras preguntas
más.
A nosotros ahora el corazón esta con un fuego que es muy
intenso, quisiéramos hacer tanto y nos sentimos muchas veces sin saber por
donde comenzar.
Dios que es un Padre bueno, nos da la respuesta
gradualmente. Y lo primero quizá es que para poder dar se necesita primero ser
humilde y estar dispuesto a recibir. A
ver a ver . ¿cómo esta eso? Bueno que con humildad hemos cambiado la pregunta y
en vez de preguntar. Que puedo hacer por Filipinas, hemos estado preguntando.
¿Qué me quieres enseñar Señor en Filipinas?
Las respuesta van llegando poco a poco y una de las más
Claras ha sido. “Quiero enseñarte a Sonreír”. Si así de simple, sonreír en todo
momento, en cualquier circunstancia. Y pensábamos en la sonrisa de la Madre Teresa de Calcuta.. una
sonrisa es uno de los regalos más hermosos que podemos dar a nuestro mundo, le
hace ser un mundo mejor. En una sonrisa se puede reflejar el amor de Dios. Y el Pueblo filipino es un pueblo que sabe
sonreír.
Otra de las respuestas es la paciencia. Asi como vamos
aprendiendo a hablar un nuevo idioma, con el esfuerzo diario de estudiar y de
expresarnos con otras personas a pesar de no hacerlo tan correcto, parece que
no se avanza mucho, pero cuando menos lo pensamos las palabras fluyen con más
facilidad y la mente se va abriendo.
Lo mismo pasa en la misión.
Puede ser que la causa por la que no nos comprometemos es porque queremos ver
frutos inmediatos, o proyectos impactantes, pero cuando nos decidimos a hacer
el bien el cambio comienza a darse y a su tiempo dará su fruto. Aun en lo
sencillo, en lo que parece una acción con muy poca trascendencia.
Por esto para nosotros ha sido tan importante el comienzo de
este curso de formación. Parece una actividad tan limitada, tan sencilla ante
una población en Asia tan impresionante. Estamos invirtiendo nuestro tiempo,
nuestras fuerzas, nuestra vida en cuatro familias. Pero seguro tiene más
trascendencia de la que imaginamos. ¿A cuántas personas llegarán en la plenitud
de su vida misionera? Cada una de estas familias llevando la misión y
acompañando jóvenes, matrimonios, niños, adolescentes. Y los hijos de estas
familias. ¿Qué futuro tendrán? ¿Cuánto podrán influir y trascender en la
cultura Filipina? Y quizá en otros países asiáticos.
Y nuestros hijos, que huella tan profunda esta Dios grabando
en su corazón al ver a sus padres con Fe y trasmitiendo la Fe.
Si este compartir pudiera ayudar a alguna persona, que al
leerlo se decida a dar un paso, no importa lo grande o pequeño. Pero se decida
a iniciar, lo que comprende que debe y puede hacer para trasformar la realidad
en la que vive. Estaremos viviendo también nuestro ser matrimonio misionero.
“Dichoso tu siervo bueno y fiel, entra en la alegría de tu
Señor, porque has sido fiel en lo poco, se te confiará mucho más.” Mateo 25,23